El mundo rural ha quedado relegado a un segundo plano, tanto en interés por estudiar sus aspectos sociológicos actuales, esenciales para potenciar aspectos de desarrollo local que supondrían un impulso económico nuevo a estas zonas, como para ofrecer grandes posibilidades de proyectos de vida de calidad.
La España interior es muy amplia y diversa, muy próxima en ocasiones a las grandes metrópolis, cuyo potencial está escasamente explotado y es poco conocido.
La escasez de servicios, la deficiente red de transportes, la ausencia de centros educativos o el envejecimiento de la población, son factores que impiden el poblamiento de estas zonas y el crecimiento de economías que bien podrían ofrecer posibilidades de desarrollo personal y profesional, sin tener que seguir necesariamente migrando a las ciudades.
En esa España olvidada y vacía, existe una riqueza cultural, de ancestrales tradiciones y valores comunitarios, que es necesario visibilizar y poner en valor.
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Pero igualmente que creemos en el deber, como sociedad, de encontrar estrategias para el desarrollo de los territorios rurales, rechazando el urbacentrismo como paradigma único de avance, creemos que para que esto sea posible, hay que poner en marcha herramientas que introduzcan cambios en las estructuras sociales.
El papel de la mujer es esencial en el patrón familiar rural. Estos pequeños pueblos de nuestra comunidad, requieren cambios en el modelo social: la igualdad de oportunidades, la educación y el acceso a la vida laboral, son elementos básicos para que las mujeres, bajo una mayor formación y parámetros de independencia y autoconfianza, sean capaces de romper sus propias limitaciones y ser eje fundamental para el desarrollo económico de estas zonas.
Gracias a nuestra experiencia al frente de un Centro Especial de Empleo, de la que es partícipe esta Fundación, donde todas sus trabajadoras proceden del mundo rural, sabemos de la gran capacidad de trabajo de estas mujeres, que gracias a la integración laboral, no solo han accedido a la independencia económica, si no que han logrado salir del ámbito doméstico, pudiendo desarrollar otras herramientas y habilidades de las que no eran conscientes de poseer.
El amor a la tierra y la fuerza vital de estas mujeres, es para nosotros un elemento fundamental del desarrollo rural y el futuro de esta comarca.
Así mismo, la discapacidad es otra importante barrera en el desarrollo laboral y profesional de las mujeres, especialmente en el ámbito agrario, donde los servicios de ayuda a este sector no están suficientemente dotados.
Discapacidad y género son dos elementos que pesan muy negativamente en la inserción laboral. Nosotros, desde FISAMER apostamos por su superación desarrollando estrategias de integración que eviten la marginalidad de la mujer en el ámbito rural, así como su discriminación al sumar algún tipo de discapacidad.
En definitiva, apostamos por la gran capacidad de las personas con diversidad funcional, por el empoderamiento femenino y por poner en valor el desarrollo de las zonas rurales.